jueves, 24 de junio de 2010

Mi barrio

Yo soy yo y mis recuerdos. Y no sé por qué, pero los recuerdos que más se me quedan persistentes en mi memoria de pez son de cuando tenía hasta 10 años. No sé por qué. Mis primeros años de vida transcurrieron en el barrio de Argüelles, hasta que me marché a Pozuelo. Y a menudo me pregunto qué hubiera sido de mi vida si no me hubiera ido a esa localidad deslocalizada donde nunca fui feliz. Porque ese barrio donde viví mi primera infancia me tiraba, aunque no lo supiera hasta los dieciocho años, cuando empecé a ir a la facultad y me sorprendía a mi misma vagando por esas callejuelas llamadas andres mellado, princesa, gaztambide... En ese momento no sabía por qué pero me sentía tan a gusto.. tanto que cuando empecé a trabajar y a no tener que buscar una excusa para pasar tiempo fuera de mi casa, cuando terminaba mi jornada laboral me trasladaba a esa parte de Madrid y me sorprendía recorriendola a veces sin rumbo, otras con la excusa de buscar algo en una tienda... no lo podía evitar. Aún a día de hoy, no puedo, no quiero evitarlo. Solo que hoy no solo paseo por argüelles, mi radio de acción ha aumentado a gran vía (como no), tal vez fuencarral, tal vez callao, pero ninguna zona me gusta tanto, tantísimo como la calle princesa y sus aledañas. Hay veces que para evocar la felicidad, solo un instante de felicidad, cierro los ojos y me traslado a unos días antes las vacaciones de verano. Mi madre, mi hermano y yo paseando por la glorieta de quevedo. Un día caluroso en Madrid, pegagoso, caniculoso, pero no se me va de la cabeza y no puedo dejar de asociar ese momento a la felicidad absoluta. A mi madre, joven, jovencisima (no tendría ni 29 años), alta, delgada, cariñosa, atenta, guapa. Una de esas madres que despiertan miradas de la gente, por su altura, sus vestidos camiseros, su pelo negro con corte caro, sus sandalias.. y yo al lado con mis vaqueros (no sé por qué mi madre no me dejó jamás el pelo más largo de la altura de los hombros y pocos vestidos llevaba) y mis palomitas, y mi hermano cascando por los codos, como aún hoy hace. Recuerdo con exactitud perdernos por donde hoy están los teatros del Canal. Recuerdo ir a comprar churros a la señora ana. Recuerdo la canicula de las 6 de la tarde y la recordaré toda mi vida. Recordaré toda mi vida la calle donde estaba mi piso, los días felices y despreocupados. El Madrid de los 80, extraño y adorable. Recordaré a mi padre oliendo a tabaco (la única persona del mundo que le consiento que huela a tabaco), su mano grande y firme. Y siempre recordaré asi a mi mami, y a mi hermano. Y a mi barrio. Mi verdadero barrio

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