viernes, 6 de febrero de 2009

Do con la derecha y sol con la izquierda o cómo aprender piano en 500 cómodas sesiones

Para aquellos que no me conozcan (hablo como si tuviera los mismos lectores que Maruja Torres en el EPS jajajaj), diré que uno de mis pluriempleos más fructíferos es el de profesora de piano. Siempre que digo que estudie piano y que llegué hasta octavo tengo la sensación de que la peña cree que debo tocar de la leche, pero no es así. Es decir, se tocar la patética de Beethoven y leer obras a simple vista (con la derecha mery), pero no me pides que interprete un improntu de Chopin porque me bloqueo y tampoco que trabaje en un piano bar porque si improviso solo me salen canciones de Richard Clayderman. Yo siempre digo que a mí mi madre me metió en el Conservatorio con 10 años y que yo por inercia, como el que va a natación o kárate, iba tres días a la semana hasta que un buen día me di cuenta de que estaba en octavo, y sin tiempo de mirarme los pies, situación en la que he estado toda mi vida y oye, tan contenta. Pero me di cuenta de que llegué a un tope. Que no me valía la pena estar 17 horas diarias tocando porque realmente yo, pianista no iba a ser. Así es que antes de frustarme como muchos de mis compañeros, terminé mi carrera de periodismo, y cuando terminé y vi que no encontraba trabajo escribiendo me dediqué a dar clase como el que no quiere la cosa. Y hasta hoy.
Las clases siempre han estado ahi. Da igual que estuviera trabajando por 200 euros en intereconomía, en el Diezmi por bastante más, en una agencia de comunicación en la que no paraba o en la revista en la que estoy ahora. No sé cómo me las he apañado que siempre lo he compatibilizado con dar clases. Y por qué. Porque me gusta. Y creo que se me da bien. Y el dinerito es fácil, no tienes jefe que te este dando por saco y si quieres vas, y si quieres no. (no cobras, claro pero las horas extra tampoco se cobran y no tienes más remedio que hacerlas ¿no?).
Este año es el año que más clases tengo. 14 alumnos chaval. Yo ya me he vuelto loca, directamente. Y mis alumnos son de todo pelaje y condición. Desde un adolescente de 16 años, un matrimonio de 40 y tantos, una niña de cinco, o dos diablillos de 9 y 13. Ah y una agradable señora de 40 y pocos con la que voy practicamente a echar la tarde. (y tocar claro). ¿Y donde viven?. Pues practicamente por todo el noroeste. Así es que mis compañeros los autoperifericos (mi amiga Ana sabe a qué me refiero) se vuelven locos cuando me ven indistitamente en el 625, 627 626... y sin contar con los de la llorente, 651 o 657... Lo mio es quemar el abono y lo demás tonterías.
Yo voy, me siento, se ponen a tocar y al rato estoy... "mi con la derecha, sol con la izquierda, mi con cuarto, miiiiiii no reeeeeeee... ¿pero tu te sabes las notas? ¿no? ¿a qué esperas?". Vamos, a la vista está que no espero que se presenten al concurso de piano de santander Paloma O 'Shea. Pero también hago de psicóloga infantil y pongo voz de tonta y cuando uno, aunque solo sea uno de ellos me toca una pieza entera, ganas me dan de salir a la calle y gritar ¡¡¡ SE LA HE ENSEÑADO YO!!! ES OBRA MIAAAAA.
Y al fin y al cabo ¿sabes (is) querido (s) lector (es)? (por si tengo más de uno, que no lo tengo yo tan claro). Que dar clase te curte. Te hace ir por la vida hablando como si explicaras las cosas como para pastores, entrelazando las frases con las palabras adecuadas y teniendo más paciencia que el santo job. Todo sirve en esta vida. Ah, y mis alumnos repiten. Tan mala no seré ¿no????.
Pues eso, que do con la derecha con primero y sol con la izquieda....mmm con quinto