domingo, 20 de septiembre de 2009

Gattaca o Michael Nyman

El otro día vi Gattaca. Me gustan esas pelis que mantienen mi atención hasta el final y que no me hacen mirar el reloj ni una vez. Me pasó con Michael Clayton y me pasa ahora con Gatacca, pero creo que es por la maravillosa bso de Michael Nyman... y por Jude Law y lo que le ocurre al final mientras suena esta maravillosa música...

lunes, 14 de septiembre de 2009

El otoño es mi aliado

No tengo ni idea de por qué pero me apasiona el otoño. Debe ser que como buena persona auditiva que soy (dicho por una profe de un curso sobre el aprendizaje al que fui, que dividió a la gente en auditiva, kinésica o visual). me gusta saber lo que va después. Por eso tengo tanto temor a la incertidumbre. Deseo saber todo el rato todo el rato lo que va a pasar. A pesar de haber visto una peli mil veces y saber que al final el bueno se salva, yo no soporto ver cómo sufre, cómo no puedo estar viendo al mismo tiempo el desarrollo y la conclusión. Y el otoño me gusta porque devuelve todo al orden con su principio y su final. En otoño sé cuándo va a ser el cierre de los próximos números de la revista en la que escribo (y no en verano que entre las vacaciones y las de los demás me vuelvo loca y las fechas de cierre se echan sobre mi irremediablemente, por eso, porque estoy como perdida, hasta el punto de que no se hasta qué día vivo). porque vuelvo a dar clase a mis alumnos (y no tengo las tardes vacias como un abismo ante mi... solo de pensarlo me pongo mala). porque tengo la agenda repleta de cosas que hacer. Por eso, porque necesito saber qué va después. Porque yo, como la música, he de tener comienzo, nudo y desenlace. Porque como la música, sé que la séptima disminuida cae irremediablemente en un acorde mayor. Y me gusta saber que tras el suspense cae el descanso. Para bien o para mal. Pero necesito saberlo
Por eso siempre, aunque no quiera, estoy haciendo preguntas. Por eso tal vez, a veces me callo las preguntas porque temo que el final no sea como yo quiero y por eso, para tener un final, un plan de vida, me lo hago en mi cabeza. Y me paso la vida con ese plan en la cabeza, o cambiandolo, pero con un plan, cualquiera. Me encantan las estrategias. Tal vez porque he hecho demasiados ejercicios de armonia, yo, que odio las matematicas, y la armonía es poco menos que lo mismo. No sé por qué. Me gusta enlazar, pensar diferentes opciones, encontrar una solución. Siempre quiero encontrar una solución. Pero cuando quiero, claro. Por eso convenzo tan bien. Por eso me gusta y se que lo hago bien, llevar a la gente a mi terreno. Pero solo cuando quiero. Cuando no, esto forma parte de mi estrategia. Y mi estrategia es dejar pasar y no hacer nada. Porque se que no funcionará. Nunca comienzo batallas que se que voy a perder. Debe ser la única intución que tengo. Saber cuándo voy a salir perdiendo. Lo supe hace más de tres años. Que no merecía la pena. Y no hice nada. E hice bien. Solo cuando se que puedo conseguirlo plenamente me pongo. Y vaya si me pongo.Y a veces la recompensa no es el puro final si no el mero desarrollo. A veces pierdo, claro que si, pero no me siento derrotada. Porque se que mi estrategia ha sido buena. En mi conciencia, por supuesto. Y que si algo ha salido mal es porque no merece la pena. Y el tiempo me da la razón.
En todo querido Mercuccio. En todo.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Mapa de mis propios criterios

Hoy he ido a ver Mapa de los sonidos de Tokio. No quise leer muchas críticas de la misma, porque intuí, y no me equivoqué, que la iban a poner a caldo. Yo no soy Boyero, ni crítico de cine ni muchísimo menos pero no sé por qué me da, que a veces las críticas tocan buenas, y otras, malas. Y a esta peli de Coixet le ha tocado mala crítica. Fácil lo tenían para criticarla mal. Yo estaba segura, sin ver la peli y sin leer casi nada de ella, que iban a decir que Coixet pretendía parecerse a Wong Kar-Wai (director de la infumable, para mi, y sin necesidad de leer ninguna crítica que me lo enseñara, Deseando amar), y no me equivoqué. Hoy, después de ver la peli, he ido corriendo a ver qué decían de ella, y la mayoría decían que Coixet ha querido sin éxito parecerse a algun director japonés de nombre raro y que estoy segura, a la mayoría de los críticos no solo no les gusta, si no que encima, parece que lo que les gusta es sufrir y encima salir diciendo que ha sido la octava maravilla del mundo. (como el que se come una barrita de hinojo por 80 euros en el restaurante de moda y dice que ha sido lo mejor que ha probado).
A donde voy con todo esto. Que a mi , al margen de lo que me digan los críticos de medio pelo,exceptuando a Boyero, con quien coincido en muchas ocasiones, me ha gustado. Porque yo creo que las peliculas hay que ir a verlas con ojos inocentes sin prejuicios y pensamientos más que prestablecidos (que para el caso es lo mismo). Sin saber lo que tienes que sentir al verla. Si no solo sintiendo, cosa que muchos no hacen y que solo van a ver una peli pensando, esta va a ser una paja mental de Coixet, asi es que desde ya, digo que es un rollo y me quito de problemas. Me ha gustado porque me he metido en la historia. Porque he entendido a Reiko, porque he odiado y amado al mismo tiempo al personaje de Sergi Lopez, porque sé que hay tios así, porque sé que hay mujeres como Reiko. Aunque sea en Japón, en la conchinchina o en un suburbio de Madrid. Porque entiendo al captador de los sonidos de Tokio. Porque Coixet, para mi, solo ha querido plasmar su idea de la capital nipona, y contar una historia de amor o desamor, o egoismo, y que si para ello se ha servido de primeros planos (por cierto, los ojos de Sergi son irresistiblemente humanos, no he visto nunca en mi vida una mirada tan calida) pues bravo por ella. No creo que los haya hecho para parecerse a Kar-Wai (me quieren decir los críticos que prefieren los casi cinco minutos insufribles de deseando amar donde los protas ni se tocan, que esa mirada de López a Reiko... no me lo creo). A veces es mejor no saber tanto de cine...
A mi me gusta desde Kieslovsky (Rojo siempre será mi peli favorita), a Woody Allen. Lo que no soy en comida, lo soy en el cine, es decir, lo pruebo todo. Y creo que me lo debería aplicar a la comida también. Porque creo que es enriquecedor ser espectador del mundo, y no solo ceñirse a lo que "creo" que me va a gustar. Que no me voy a gastar los 7,50 para ver guerra de novias, pues ya te digo yo que no. Y que vi el Padrino y no me gustó, y a la de estas el que me este leyendo ya me quiere matar, pues también te lo digo. Porque en el cine, como en la vida, hay que tener criterio propio. Y no dejarse guiar por lo que te digan. A veces uno coincide con la mayoría y otras no. Pero como todo. Hay gente a la que no le gusta el caviar y no le va a empezar a gustar porque valga 100 euros el gramo. Pues eso.