lunes, 14 de septiembre de 2009

El otoño es mi aliado

No tengo ni idea de por qué pero me apasiona el otoño. Debe ser que como buena persona auditiva que soy (dicho por una profe de un curso sobre el aprendizaje al que fui, que dividió a la gente en auditiva, kinésica o visual). me gusta saber lo que va después. Por eso tengo tanto temor a la incertidumbre. Deseo saber todo el rato todo el rato lo que va a pasar. A pesar de haber visto una peli mil veces y saber que al final el bueno se salva, yo no soporto ver cómo sufre, cómo no puedo estar viendo al mismo tiempo el desarrollo y la conclusión. Y el otoño me gusta porque devuelve todo al orden con su principio y su final. En otoño sé cuándo va a ser el cierre de los próximos números de la revista en la que escribo (y no en verano que entre las vacaciones y las de los demás me vuelvo loca y las fechas de cierre se echan sobre mi irremediablemente, por eso, porque estoy como perdida, hasta el punto de que no se hasta qué día vivo). porque vuelvo a dar clase a mis alumnos (y no tengo las tardes vacias como un abismo ante mi... solo de pensarlo me pongo mala). porque tengo la agenda repleta de cosas que hacer. Por eso, porque necesito saber qué va después. Porque yo, como la música, he de tener comienzo, nudo y desenlace. Porque como la música, sé que la séptima disminuida cae irremediablemente en un acorde mayor. Y me gusta saber que tras el suspense cae el descanso. Para bien o para mal. Pero necesito saberlo
Por eso siempre, aunque no quiera, estoy haciendo preguntas. Por eso tal vez, a veces me callo las preguntas porque temo que el final no sea como yo quiero y por eso, para tener un final, un plan de vida, me lo hago en mi cabeza. Y me paso la vida con ese plan en la cabeza, o cambiandolo, pero con un plan, cualquiera. Me encantan las estrategias. Tal vez porque he hecho demasiados ejercicios de armonia, yo, que odio las matematicas, y la armonía es poco menos que lo mismo. No sé por qué. Me gusta enlazar, pensar diferentes opciones, encontrar una solución. Siempre quiero encontrar una solución. Pero cuando quiero, claro. Por eso convenzo tan bien. Por eso me gusta y se que lo hago bien, llevar a la gente a mi terreno. Pero solo cuando quiero. Cuando no, esto forma parte de mi estrategia. Y mi estrategia es dejar pasar y no hacer nada. Porque se que no funcionará. Nunca comienzo batallas que se que voy a perder. Debe ser la única intución que tengo. Saber cuándo voy a salir perdiendo. Lo supe hace más de tres años. Que no merecía la pena. Y no hice nada. E hice bien. Solo cuando se que puedo conseguirlo plenamente me pongo. Y vaya si me pongo.Y a veces la recompensa no es el puro final si no el mero desarrollo. A veces pierdo, claro que si, pero no me siento derrotada. Porque se que mi estrategia ha sido buena. En mi conciencia, por supuesto. Y que si algo ha salido mal es porque no merece la pena. Y el tiempo me da la razón.
En todo querido Mercuccio. En todo.

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