domingo, 9 de mayo de 2010
Polvo o sublime
Sabía que no valía de mucho. Pero se encontraba bien esa mañana. Sabía que otra, en otras circunstancias, estaría rabiando por mandarle un sms, decirle que quería salir a cenar, repetir lo de anoche. Ella no. Y no porque no lo quisiera, que seguramente, si no porque, como buena estratega que siempre había sido, sabía que había cosas que no había que precipitar. Sabía. como el que sabe que por mucho que mire el agua que está sobre el fuego no va a hervir antes, que todo lleva su tiempo. Y que mejor es que las cosas tengan su momento y su lugar. Sabía que con él era así. Irremediablemente. Tampoco sabía si merecía la pena esperar. Claro que no. Pero le gustaba no precipitar. Que fuera lo que tuviera que ser. Que habían echado un polvo. Bueno. Que otra en su lugar estaría llamándolo diciéndole que había sido maravilloso. También. Pero años planeando estrategias le habían enseñado que la clave estaba en esperar y dar en el clavo. Tampoco estaba muy segura de que quisiera algo en concreto. Eso era lo bueno. Y sabía que si no pasaba nada, pues bueno, tampoco se va a acabar el mundo. Así es que sí. El polvo había sido sublime. Pero ahora estaba en su casa y tenía que pensar si quería repetir polvo o sublime. Y sabía que para eso, era mejor no dejarse llevar nada más que por el momento y disfrutar del aire que entraba por la ventana. Y no tratar de abrirla más no se fuera a joder del todo.
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