miércoles, 1 de enero de 2014

Yo misma en 2014

Me considero una persona optimista porque siempre he creído en mi misma. Ni en la suerte ni en lo que puedan hacer los demás si no que creo en mí, creo en mi capacidad para hacer las cosas y que estas salgan medianamente como yo quiero gracias a mi esfuerzo. Siempre ha sido así. Cuando estudiaba, cuando he trabajado y cuando he luchado por conseguir algo que me gustara. Me gusta como vivo, siempre me ha gustado porque siempre he vivido como yo he querido. Nadie me ha impuesto nada y si lo ha hecho me he revuelto como un animal herido y he salido dando zarpazos. Cuando quiero algo soy muy estratega, sin hacer daño a nadie, me amueblo la cabeza como si fuera el general Von Bismarck o Napoleón y mis meninges funcionan cual soldados en la mejor de las batallas. Me digo a mi misma lo que tengo que hacer y lo que tengo que decir a tal o cual y me funciona. No soy lisonjera y por eso, cuando alguien recibe de mi un cumplido se sorprende. Digo lo que tengo que decir y siempre que lo sienta de verdad. Mi hermano siempre me ha dicho que soy dura y mi padre también y mi madre, más fina ella, que soy, literalmente, un espino lagunero. Mi marido, directamente que puedo llegar a ser muy mala. Tienen razón pero eso es ser fiel a uno mismo y no depender de los afectos. Ser capaz, no ya de vivir sin afectos, si no de no demandarlos y solo recibirlos cuando te los dan, creo que es una de las mejores cualidades que puede tener un ser humano. Te hace no ser debil (aunque para mi la debilidad no es nada malo) y te impide cometer locuras que, de otra forma, se cometerían. No se si esta cualidad es innata en mi o adquirida. Creo que es una mezcla de ambas. Y nunca he sido muy consciente de ello hasta que se supone que tenía que estar rabiando de dolor por las esquinas por un amor perdido y me levante un día dandome cuenta que solo lloraba por convención, no porque realmente lo sintiera. En ese momento me di a mi misma un poco de miedo. ¿Seré un monstruo insensible? me pregunté. Y entonces me di cuenta de que lo que podría ser un defecto yo lo vería como una ventaja. Una ventaja que me lleva a no agarrar el movil y mandarle un mensaje, ahora que esto es más facil que nunca diciendo ¿qué coño te pasa? ¿por qué me dices que sí y ahora pasas?. Es en estos momentos cuando me alegro de tener esa especie de fortaleza. Prefiero que crean que soy una descreida o una borde a una "desesperada" o dependiente. Porque el que no te contesta sin motivo aparente es porque cree que asi es moralmente superior. Y si soy yo la que paso, esa superioridad, mua mua mua baja enteros como las peores acciones.

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