lunes, 18 de octubre de 2010

Lo que nos gusta

Que a todo el mundo le gustan cosas diferentes es algo de perogrullo. Por ese motivo siempre me ha parecido bien respetar lo que le gusta al otro al tiempo que me gusta y mucho que me respeten a mi por mis gustos.

Nunca entenderé por qué a mi aseveración de "no me gusta la cebolla". (no, no es que me guste un poco o pueda comerla en determinadas circunstancias, es que NO ME GUSTA) siempre hay quien me diga "no puedo entender cómo no te gusta la cebolla". Y lo mismo para el café caliente. Que tampoco me gusta. Vamos a ver, el gusto de cada uno es el gusto de cada uno. Y punto. Yo no me hago de cruces porque haya alguien a quien no le guste un buen camembert o un buen brie acompañado o no de un buen vino (para mi uno de los mejores placeres del mundo) o porque no le guste la serie mad men (para mi, la mejor serie que he visto en mucho tiempo). La gente es así y ya está. No hay que darle más vueltas. A tí te gusta algo?. Bien por ti. Que no? Pues para gustos los colores como decía aquel. Pero ante todo RESPETO.

Otra cuestión es si nos meten algo por los ojos, los oidos, las entrañas. Algo en lo que no nos dan opción de elegir. En lo que has de participar quieras o no. Y si no, no eres parte de la sociedad.

Hablo de los acontecimientos deportivos por ejemplo en los que hay que llorar por huevos si gana tu selección (cuando a mi me la sopla, directamente) o hay que saber quiénes son determinados personajes televisivos.

A mí, me gusta lo que me gusta. Sí, de nuevo es de perogrullo pero hay gente que no lo entiende. Si alguien no puede dejar de ver a ciertos personajes de la televisión o de leer determinado tipo de prensa por qué yo no he de dejar de hacer lo que me gusta. Por qué si yo digo que me gusta mucho más ponerme a ver Damages que a Belén Esteban dando patadas al diccionario es que soy una creida?.

He llegado al meollo de mi discurso. Creo que todos nacemos con unos gustos predeterminados pero que esos gustos se refuerzan o se cambian por otros a medida que somos educados.

Yo, por ejemplo. Sé lo que sé de muchas cosas porque lo sé desde que empecé a estudiar. Por una cuestión de refuerzo. Por mi trabajo, en el que no dejo de escribir de música clásica y danza. Es algo que me gustaba pero que ha sido reforzado porque lo que he estudiado y lo que me ha venido dado por la experiencia me ha gustado mucho más. Y cada día enfoco más mi vida hacia acontecimientos culturales. Que soy una sabihonda?. Tipico comentario de aquel que prefiere que todo el mundo sea igual de bruto que él.

Si otra persona, en su casa, no paran de ver a Belén Esteban y programas tipo Sálvame, DEC o derivados y no tiene acceso ni sabe que hay un mundo fuera lleno de posibilidades al alcance de la mano, si no tiene esa maña para saberlo, se quedará hipnotizado ante esa subcultura. Y así por los restos de los restos. Porque es muy fácil encender el televisor y quedarse embobado, porque la televisión no requiere de esfuerzo y más con esos discursos simplistas y básicos. Solo es ver y oir, ni siquiera requiere de una concentración mínima.

Me da mucho miedo el cariz que está tomando el modelo televisivo hoy día porque está "formando" a personas que alaban la chabacanería y critican a aquellos que sí que hacen algo por su vida.

Yo no presumo en absoluto de que me encantaría ir más al concierto de Claudio Abbado de esta tarde en el Auditorio Nacional que ponerme a ver Sálvame, simplemente es algo que me gusta MÁS. Punto. No me creo nadie, ni mejor, ni peor, ni más lista ni más tonta. El que critica al que le gusta más formarse culturalmente que embobarse ante la caja tonta es porque, en el fondo, tiene un complejo de inferioridad que no se lame. También le gustaría hacer otra cosa, pero prefiere no gastar energías.

Por eso les hipnotizan personajes como Belén Esteban. Porque ellos se creen mejor que ese personaje. Porque a Belén Esteban no le ha hecho falta estudiar ni una carrera ni un máster, ni presentarse a oposiciones para llegar donde ha llegado. Es el paradigma de lo que muchos quieren llegar a ser. Llegar a forrarse sin hacer nada a cambio. Sin esfuerzo. Por eso la adoran. Porque para ellos es el ejemplo de que estudiar, o salir al mundo a ver lo que hay fuera, no merece la pena. El esfuerzo, no merece la pena.

Y así nos va.

Me alegro infinitamente de llegar a casa y ver a mi madre leyendo el periódico o a mi padre pidiendo siempre más y más libros de la biblioteca. Que a pesar de no haber terminado ninguno de los dos los estudios superiores, mi padre sepa más de historia y de cómo contarla que muchos de mis profesores de la facultad. De que en mi casa cuando salgan esos programas se cambie de canal pero no por creerse mejores ni peores, si no simplemente porque no va con ellos. (como el fútbol, que debimos ser la única casa en toda españa que no estuvo viendo el partido este verano).
Que mi hermano siempre me pregunte con cara de alelado cuando ve algún programa de corazón "pero esta quien es". Vamos, que no sabe quien es ni de lejos.

Repito que no me creo ni mejor ni peor que la gente a la que le gusta ese tipo de telvisión porque he empezado diciendo que los gustos hay que respetarlos. Por eso, porque hay que respetarlos a me gustaría que los programadores se rompieran las neuronas y pensaran que hay más gente en España a la que no les gusta esos programas. Y que también consumimos los productos de sus anuncios. Y que el millón de personas que ve Mad Men son igual de válidas que aquellos 8 millones de pares de ojos que estudian al milímetro la vida sentimental de esos personajillos televisivos.

Y que nos tengan en cuenta.

Respeto para todos. Para los que les gusta la cebolla.... y para los que no.

2 comentarios:

Pedro dijo...

Supongo que lo de la cebolla va por mí... ;-)

Yo misma dijo...

jajajaja, no, va hacia todo el mundo que piensa que porque a ellos les guste una cosa a los demás también